LA IMAGEN....

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martes, 23 de octubre de 2007

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

LA MÁQUINA DEL TIEMPO:




Os voy a contar una extraña experiencia que una tarde
padecí muy a pesar mío. La historia comienza a principios de la
semana cuando paseando por la calle escuché el sonido de mi
terminal, atiendo la llamada y me comunicaron que el próximo
viernes a las 17,30 debería personarme en el departamento de
rayos X para realizarme una prueba, en concreto una “resonancia
magnética” en mí, en otro tiempo ajado y maltrecho, pie izquierdo
(vaya, pie izquierdo suena a refranero…..).

Y utilizo el advervio “tiempo” dado el espacio transcurrido
entre el inicio de la dolencia, la curación y la prueba médica que
iba a determinar el alcanze de ésta. Justo cuando mi pie gozaba de
pleno estatuto de autonomía, ya que mis neuronas le habían dado
total libertad y no molestaba en absoluto, desconociendo su existencia salvo para usarlo como medio de transporte o bien
utilizarlo como terápia para golpear cualquier objeto que se
cruzara por el medio a modo de “descargador” de adrenalina.

Llega el día en que mi pie y la susodicha máquina habían
quedado para conocerse, me presento y espero la llamada del asis-
tente de dicho “invento”. Como tardaba, mi imaginación, empezó
a funcionar y en principio me agradó la idea de que me hicieran una
resonancia, eso es lo que le hacen a los deportistas de élite..???
recorde y la cara se me iluminó, ya era hora de que se reconocieran
mis méritos en el deporte y pusieran en la picota a los profesores
de educación física que se obstinaban, con sus notas, en situarme
como un alumno normal, “de la masa municipal y espesa”.

Con mis amigos y conocidos por fín podría comentar “como de pasada” vengo de una RESONANCIA….eso me daría
una mayor importancia o al menos alimentaría el ego de un chauvinista como yo.

Suena mi nombre completo desde una ventanilla, me
álzo y dirijo hacia ella y un hombre, más bien bajo, pelo canoso y
con un problema en “su pierna izquierda” que le hacía cojear ostensiblemente me indica el inicio de la prueba dándome una
serie de instrucciones para realizarla que bajaron “ipso facto”
mi imaginación al mundo terrenal: coja ese camisón (tendría al
menos 2 kilómetros cuadrados de grandaria) desnudese por
completo y póngaselo, fuera relojes, anillos..etc sólo los calzones
y estas zapatillas verdes en los pies.

Realizada la operación de mutarme, me mire en el
exíguo espejo del reducido e incomodo habitáculo y me convertí
en la antítesis de la lujúria ( los que habeis sufrido el uso de
semejante vestimenta, amplia y humillante, que te deja la espalda,
trasero y piernas al descubierto mientras por delante pareces
una monja Ursulina pre-conciliar. me entendereis).

Paso al lugar dónde se ubíca la lista máquina que
cual oráculo, comunicará a los brujos de la tribu, el estado de mi dolencia. Y soy presentado en sociedad a la máquina por el
cojitranco coléga de pierna. Me indica la posición en la que
debo ponerme…y tras varias torpezas mías acabo de cubito supino
con el pie izquierdo atrapado por un cepo que atornillan para
impedir cualquier movimiento y así inmovilizado empieza la
prueba. Antes de ello la enfermera de “encasqueta” unos inmensos auriculares (para proteger los oídos, pense) y pone a mi alcance
un avisador que emite un sonido como los de las guerras de las
galáxias, por si necesitar algo mientras dura el “ejercicio”.

Y comienza todo un nuevo mundo de experiencias, equivocaciones, sensaciones, suposiciones, miedos…etc.
Así el primer descubrimiento es que el protector de oídos que supuse, se pone a cantarme baladas…atónito quedo, de verdad, muevo los ojos de derecha a izquierda, de delante a atrás (lo único
que podía mover junto al dedo avisador) pero estaba sólo y no
podía compartir dicho descubrimiento…Ya está es para relajarme
mientras dura la prueba…un momento no me han dicho su duración
y no veo reloj alguno…ya se, cuento las canciones y tendré una estimación del tiempo. A la tercera balada, que en la vida había oído
me sale LA CUÑA PUBLICITARIA…cadena diaLLLLLLL. La mare que
les han parit, es una radio y ya mis nervios empezaron a generar
ansiedad…Imaginaros que es otra hora y yo que debo relajarme con el invento este y escuchara LA COPEEEEE,( prisionero por el pie cual oso en una trampa) y al inclito locutor que prefiero obviar contando
las fechorías de cualquiera que no opine como él.

La máquina se había convertido en un instrumento de tortura medieval digna de la inquisición más refinada de los Torquemadas de turno. Ya inquieto por el tiempo que debería
pasar en esta incómoda postura comienzo a pensar en otros
menesteres que eviten la ansiedad del momento. Poco a poco
oigo ruidos en la habitación que apagan prácticamente el sonido
de los gigantescos auriculares, era como si estuvieran serrando algo
(espero que no fuera mi pie..???) y a notar como si mil agujas
fueran penetrando en toda mi epidermis, cada vez más punzantes
hasta hacer ya un daño preocupante y comienzo a asustarme y
deseando que no vaya a más…Un miedo natural al dolor que podría
o no sacudirme.

Afortunadamente aquí paro la cosa y los más fuerte
fue la sensación que en invierno notamos cuando una ventísca
nos azota el rostro.

Una hora más tarde termina la fiesta, entra la enfermera
me desata y libera el pie de la trampa campestre, ayuda a incorpo-rarme mientras el asistente se acerca y con una mano en mi hombro
me señala el vestidor para que me cambie y retorne al mundo
exterior….conforme me alejo de él noto una sensación, TODOS
LOS MÚSCULOS DEL CUERPO ESTAN DORMIDOS, se lo hago saber
y con una sonrisa me dice que es normal y dentro de unos minutos
la sensación irá mitigándose…mientra con una aviesa mirada
observa como mis nalgas se dirijen al vestidor.

Lo que me faltaba, una experiencia homosexsual en
el hospital, desconocida para mí, y yo con los sentidos atrofiados.

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